Un Vaso de Agua (2024)

  • Marinita Precaria
  • ⭐️ 7,5/10
  • Elefant Records

 

Trece canciones que son una oda a la belleza de la idiosincrasia humana

Como si de un rincón esquinado del rellano de cualquier vecindario con suelo de baldosa color ocre se tratase, en donde poder sentarnos a esperar a la persona de turno con quien hubiésemos quedado, llegó la música de esta cordobesa con alma de poeta costumbrista.

Apareció en un momento donde necesitábamos quejarnos, chillar y usar la ironía para salir al paso de meses encerrados y de incertidumbre. Marinita Precaria fue un hallazgo esperanzador entre tanto drama para poder dramatizar a gusto y llamar a las cosas por su nombre con una pizca de rabia y desilusión disfrazadas de pop ingenuo.

No me Miréis (Elefant Records, 2022) es una obra áspera y candorosa a partes iguales, sin pomposidad que despistara las intenciones anacoretas de la artista, como si de un cuadro de Amalia Avia Peña se tratase.

Fue su primera incursión en esto de la música y ahora ha vuelto con una segunda incursión, Un vaso de Agua (Elefant Records, 2024), continuación de aquella.

Las trece canciones están escritas por Marina de nuevo, producidas por ella misma y Sergio Pérez García (quien también lo ha mezclado), y masterizadas por Tom Woodhead; y vuelve a coger postura cómoda en las influencias de La Buena Vida, Niza, The Magnetic Fields (gran referente musical), Nosoträsh, Le Mans, Family y Cecilia.

 

No articula grandes movimientos que supongan un punto y aparte en su estilo, puesto que el álbum navega por elementos a los que ya nos tiene acostumbrados: melodías preciosas sacadas de sus inseparables guitarra y teclado, y unas letras en las que podrías vivir; sin embargo, hay una pequeña grieta evolutiva donde confluyen el tango, el ska o el Electro-pop en ‘Lo que nos pasa’, los ecos italo disco de ‘Final Explicado’ y hasta un ramalazo house mezclado con el xilófono en ‘Fantasmas’.

Sin duda, Marina se ha dejado llevar en este segundo trabajo y ha confiado en la pericia de Sergio Pérez para dotar a sus canciones de arreglos que, a pesar de ser bastante osados, casan maravillosamente con la propuesta de Marinita Precaria.

 

‘Lo que nos pasa’ es el mejor ejemplo porque conserva la puesta en escena nostálgica y sencilla iniciada en No me Miréis para dotar a Un vaso de Agua de una personalidad propia (lo que nos pasa es una peli en francés / pasan las horas tú y yo somos el cartel).

El álbum ha crecido paralelamente en cuanto a letras. Desde que comienza con ‘El Mundo no es para Tanto’ te quedas atrapado en unas letras destructivas en ocasiones y tranquilizadoras otras tantas veces, pero siempre magnéticas. ‘Suelo’ tiene una de las letras más impresionantes del álbum, reflejo de un dominio envidiable de las palabras. Y en ‘La Piscina’ la añoranza de un amor del pasado es la excusa para contar desde otro ángulo la misma historia inagotable.

Siguiendo la comparación evolutiva, quizá la desazón de los comienzos ha encontrado en este primer LP un recodo para explorar la luz por primera vez en canciones como ‘Nota’, pieza acústica perfecta para cerrar un disco, cualquier disco, porque estamos necesitados de esperanza.

 

Los singles han estado ahí todo este tiempo de espera. ‘Final Explicado’, elegido como el primer adelanto para crear ese hype merecido hasta el pasado 27 de septiembre, cuando pudimos recrearnos en el álbum completo. ‘Fantasmas’ no se aleja del todo de la espiral donde metió sus primeros éxitos. Y ‘Gente Normal’, guiño a Sally Rooney en el título (o no), es una pieza pop redonda, atemporal, y funciona tanto si estás llorando como si estás riendo; así es la capacidad oblicua de Marina para jugar con las palabras y con las melodías.

Constatamos con Un Vaso de Agua, cuya portada es obra de Ángela P. Tello, que Marinita Precaria va a tener siempre un público fiel con una sensibilidad especial para captar aquellas emociones escondidas en sus canciones.

 

 

Lorena M.

Lorena M.

Redacción

El Perfil de la Tostada