Trepidante. Ocho LP’s y doce EP’s a sus espaldas. Trepidante también la forma en que Niños Mutantes arrasaron con el Teatro Federico García Lorca poniendo a todo el público en pie antes de dar por finalizada su actuación en el AgusticoFest.

El universo Mutante aterrizaba en Getafe.

El viernes pasado el grupo granadino Niños Mutantes puso rumbo al sur de Madrid para hacer lo que ellos mejor saben. Esta vez lo hicieron de una forma especial, ya que el lugar lo requería. Había que ponerse a la altura de un precioso teatro, y el acústico era lo más idóneo. Grupos como Sidonie ya lo hicieron semanas atrás, y también les llegará el turno a Zahara o Shuarma. Un festival que engloba a reconocidos artistas del panorama indie nacional, en un formato más íntimo y un lugar más acogedor. Eso es lo que ha conseguido Agustico Fest.

La noche del viernes, 23 de noviembre, aparecieron los tres componentes de Vienna in Love para dar vida a aquel teatro que poco a poco se iba llenando. Trío británico que nos presentó su música en un perfecto inglés. Media hora que les sirvió para darse a conocer a todo el público, que esperaba a que minutos más tarde saliesen los protagonistas de la noche.

Y, queriendo o sin querer, un foco de luz enfocaba al centro del escenario donde se pudo ver un tropezón. A punto estuvo Juan Alberto, voz y guitarra, de besar el suelo. Bonita forma de llamar la atención de todos nosotros y sacarnos una sonrisa antes de empezar con Florecer o Las horas perdidas. Se unía Andrés, y juntos tocaron temas como Sapos y culebras o Isabelita, y para entonces ya estaban también Miguel y Nani encima del escenario. Empezaba la noche, empezaba la función.

Eligieron lo ascendente, empezar por lo sosegado. Un repaso por Formentera, Las chicas en bikini o La costilla. Y una revisión más animada y precisa por temas más recientes, muchos de ellos pertenecientes a Náufragos, su último trabajo.

‘Esta es una canción que habla del amor verdadero, del que ni se compra ni se vende’, palabras de Juan Alberto para dar paso a Querer sin querer. Y de aquí en adelante se empezó a desatar la locura. Canción tras canción, la gente empezaba a despertar. Ya se escuchaban voces no tan tímidas como al principio de la noche por el patio de butacas. Ellos lo notaron y nos animaron a levantar nuestros cuerpos y hacer con ellos movimientos rítmicos al son de Las noches de insomnio, No puedo más contigo o Dame tu mano.

La eclosión llegaba con Errante, donde voces de artistas y público se unían formando una dupla de high quality. Pudimos a ver a un Nani excepcional a la batería que dejaba boquiabierto a más de uno.

Llegados a los bises, se fueron para volver con versiones, y qué versiones. Summer on a solitary beach, de Franco Battiato; Nadie te quiere ya, de Los Brincos; Como yo te amo, de Raphael. Esta última la más sonada y esperada, quizás por ser la más conocida, fue de las que más transmitió. Y ellos lo agradecieron cerrando este festín con La voz.

Nadie quería el fin, pero llegó. Ellos dejaron el escenario entre calurosos aplausos para dejarse ver minutos más tarde en el vestíbulo del teatro. Fotos, agradecimientos y demás para los cuatro que nos hicieron mutar esa noche. Lo llevan haciendo desde 1994, y lo seguirán haciendo con tal de que la mutación lleve consigo un poco de canción.

Autora: Silvia Bergillos